No sabía de la existencia de este museo y he tenido la suerte de conocerlo gracias a una visita guiada que empezaba en la plaza de Isabel II y terminaría en Puerta Cerrada pasando por varios puntos de interés que yo no conocía y que son muy interesantes
Museo de los Caños del Peral.
Está situado en el segundo
nivel de la estación de Metro Ópera y alberga la recreación museística de la
histórica fuente de los Caños del Peral, el acueducto de Amaniel y la
alcantarilla del Arenal
Los restos arqueológicos de la Fuente de los Caños del Peral se
descubrieron en 1991, durante las obras
de mejora de la estación de metro de Ópera. Estas ruinas, junto con otras
encontradas en el mismo hallazgo, pueden contemplarse en este museo subterráneo,
abierto al público gratuitamente y que se encuentra en el interior de la
estación de metro, a unos ocho metros de profundidad, que era la altura que
antiguamente tenía este espacio.
Como nota informativa antes de entrar encuentras unos
paneles
Una vez dentro te sientas en un pequeño
anfiteatro y proyectan un vídeo, donde se detalla el Madrid de la época y la
historia de los caños del peral
Nosotros íbamos con una guía, porque después íbamos a hacer un bonito
recorrido esa mañana, pero allí había un guía que nos fue explicando lo que
tienen expuesto.
La visita nos permitió así conocer la
fuente que recogía el agua de manantial junto al arroyo del Arenal durante la
segunda mitad del siglo XVI, y que también
se la conocía como "lavadero de los caños del Peral"
Debe su
nombre a un peral que proporcionaba sombra a la fuente.
Diseñada
por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial y discípulo de Miguel Ángel en
el Vaticano.
Se construyó hacia 1565 ordenada levantar por Felipe II en el
siglo XVI, en este mismo lugar,
cuando no era más que un descampado próximo al viejo alcázar. A ella llegaban
diversas corrientes subterráneas de agua y a su lado discurría el arroyo del
Arenal.
Tenía
34 metros de largo con 6 caños, y un frente de sillares almohadillados de
granito.
Junto a
ella, se encontraba un acueducto denominado de Amaniel que conducía el agua hasta el Palacio Real, y
que estuvieron en funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII.
La
fuente abastecía a la población madrileña a través de una distribución
realizada por los aguadores, uno de los gremios más importantes de la
villa, organizados en aguadores de cuba, de borriquillo, de cántaros y vaso.
Funcionó
hasta mediados del siglo XIX, y quedó enterrada en 1809 al allanar los
terrenos circundantes con el objeto de construir la Plaza de Oriente,
el Teatro Real y
la misma Plaza de Isabel II.
Estás
obras fueron realizadas por orden de José Bonaparte.
Por una
razón desconocida la fuente no se desplazó, ni quedó destruida, sino tan sólo
soterrada, hasta que debido a unas obras de ampliación en la estación de metro de Opera durante finales del siglo XX y
principios del XXI se descubrió de nuevo la fuente y gracias al trabajo de un
equipo de arqueólogos, hoy podemos
hacernos una idea de lo que fue
Este
conjunto hidráulico expuesto, confirma el legendario lema de Madrid: "Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son…"
Que curiosamente vimos plasmado en un grafiti en la Plaza de Puerta Cerrada al terminar nuestra preciosa visita matutina
Salimos de nuevo a
la plaza de Isabel II
Donde existe un monolito que recuerda a la famosa fuente, del que sale un solo
caño de agua no potable
Y en
el suelo está marcado mediante una línea de bronce la posición
del muro de 34m. que delimitaba la fuente, con indicación de los caños y
sus respectivos pilones.
En la parte de atrás
de este monolito puede leerse una inscripción
que informa a los
visitantes del origen de la fuente y de su descubrimiento.
Además nos queda como "recuerdo" una calle allí mismo , con el nombre de LOS CAÑOS DEL PERAL
Como es lógico imaginar , esta Plaza donde hoy se ubica el Teatro Real y la estatua de Isabel II en aquella época se convirtió en un foco de reunión,
como lo fueron también los mentideros.
Los mentideros, eran lugares donde ricos y pobres se mezclaban ávidos de enterarse de los últimos sucesos que ocurrían en la villa y en la corte.
Había tres mentideros en el Madrid de los Asturias:
“Mentidero
de Representantes”, en pleno barrio de los comediantes, el que ahora llamamos
barrio de las Letras.
El de " las Gradas de San Felipe", conocido como el Mentidero
de la Villa, que se encontraba en la gran plataforma que tenía el convento de San Felipe El Real ,para salvar el desnivel de la esquina entre la calle Mayor y la de Esparteros.
Era lógico que las gradas de San Felipe
se acabaran convirtiendo en el mentidero “de referencia”, pues estaban situadas
en la calle más importante y más transitada de la ciudad y junto a la Puerta
del Sol, lugar de constante entrada y salida de de personas que iban y venían a
la ciudad.
En la explanada delante
del Alcázar, conocida como" las Losas de Palacio", se
organizaba otro.
También en este caso
resulta lógico que aquí se creara un punto de intercambio de información y
rumores, pues además del Alcázar que era el lugar donde se concentraba el poder
del reino muy cerca se encontraban los famosos “Caños del Peral”,
donde la gente se concentraba para lavar y coger agua todos los días
Una compañía de cómicos eligió el lugar para sus representaciones a modo de
tenderete ya que en dicha plaza siempre había mucho público cogiendo agua,
vendiendo, lavando etc.
Años después allí mismo se
estableció el Teatro de los Caños, germen de nuestro TEATRO REAL
El origen del actual
emplazamiento del Teatro Real se sitúa en 1738, bajo el reinado de Felipe V,
cuando se inaugura el Real Teatro de
los Caños del Peral con la puesta en escena de la ópera
Demetrio
En 1817, Fernando VII
ordena, la remodelación de la Plaza de Oriente y el diseño y la construcción de
un teatro de ópera en el mismo solar en el que se había ubicado el Real Teatro
de los Caños del Peral, iniciándose la obras del
Teatro Real en abril de 1818.
Curiosamente este solar
tiene forma de "ataúd"
Las obras no acaban
hasta 1850, 33 años después de su inicio. A partir del 19 de noviembre de ese
año, bajo el reinado de Isabel II y durante los 75 años
siguientes, el Real se convierte en uno de los principales coliseos europeos.
Tras la revolución de
1868 y el exilio de la reina Isabel II, el coliseo pasa a llamarse Teatro
Nacional de la Ópera. En octubre de 1925, un hundimiento provoca el cierre
provisional del teatro y el inicio de unas obras de reconstrucción que se
prolongaran 41 años, sin lograr su reapertura. La Guerra Civil (con el
estallido de un polvorín instalado dentro del edificio) y las dificultades de
la posguerra obstaculizan aún más las obras.
En 1966 se abre al público como auditorio y sede del Real
Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, pero sin
duda Madrid necesitaba un teatro de ópera que se equiparara a los mejores del
mundo.
Las obras de rehabilitación como teatro de ópera se inician el 2 de enero de
1991; en esta ocasión, las obras durarán casi 7 años, hasta que el 11 de
octubre de 1997 y bajo la presidencia de SSMM. los Reyes Don
Juan Carlos y Doña Sofia, el Teatro Real, se vuelve a abrir ya como
teatro de ópera con la ópera “la vida es breve” y “ El sombrero de tres
picos” de Manuel de Falla.
Isabel II, reina de España
entre 1833 y 1868, vivió un periodo de la historia muy convulso que concluyó
con la Revolución Gloriosa que supuso su destronamiento y posterior
exilio. Debido a ello Pérez Galdós la apodó “la de los tristes
destinos”.
Sin embargo, es también
parte de la historia que durante el tiempo que disfrutó la vida
madrileña sus noches de juerga eran continuas y SU LISTA DE AMANTES NUMEROSA
En el restaurante
Llardy que aún exhibe las cortinas que contemplaron a Isabel II, se guarda un
recorte que da cuenta del día en que, tras una comida en uno de los salones
privados con alguno de sus amigos, la reina perdió su corsé.
Sin embargo la reina
en esta estatua , muestra una expresión seria, incluso severa, que contrasta
con la leyenda de frivolidad que ha quedado sobre su persona.
Realizada en bronce por José Piquer, que representa a la reina en pie vestida con traje de corte muy adornado y escotado. En su cabeza luce una corona y en la mano derecha lleva el cetro, mientras que en la izquierda se recoge la banda que le cruza el pecho.
La estatua de Isabel II es
un monumento de 2,25 metros de alto y se sitúa sobre un
pedestal de forma cuadrada ,en cuyo frente se sitúa el escudo de España.
Bajo los pies de la escultura puede leerse, tallado en negro sobre la
piedra, el nombre de la reina: “ISABEL II”.
La estatua ha pasado
durante su historia por diversas vicisitudes. Se inauguró en 1850 en el mismo lugar
donde está ahora, pero al día siguiente apareció una pintada en el pedestal que
no gustó a la reina, por lo que se mandó trasladar al vestíbulo del Teatro Real
donde permaneció hasta 1878.
De aquí pasó al Palacio del Senado y en 1905, un año después de la muerte
de la homenajeada, se restituyó a su lugar original en la plaza. En esta
ubicación permaneció hasta que en 1931, con el advenimiento de la Segunda
República, se destruyó.
En 1944 se encargó una réplica de la estatua, y es la que hoy podemos contemplar en medio de la Plaza, para la que se tomó
como modelo la de mármol que había realizado el propio Piquer para el vestíbulo
de la Biblioteca Nacional
Existe otra estatua dedicada
a la misma reina en los jardines del Campo del Moro, arropada entre la
vegetación. Y en el Parque del Retiro, la Fuente de los Galápagos también se
conoce como de Isabel II, ya que fue mandada construir en 1831 para conmemorar
el primer aniversario de su nacimiento
|
Vista lateral del Teatro Real actual, |
(Algún día no tardando,
tengo que entrar a conocerlo por dentro
y si es a ver alguna representación mucho mejor…)
HE pasado montones de
veces por la Plaza de Isabel II, yo la conozco por la plaza de Opera, y he de
reconocer que no sabía de la existencia de este monolito o por lo menos no me había
percatado (no sé si realmente la había visto alguna vez) ni que decir tiene que
menos sabía de su historia, ni tampoco lo que significaban esas marcas en el
suelo, (yo juraría que no estaban) y mucho menos de la existencia de un museo arqueológico
subterráneo, dentro del metro ( bueno ni la historia de la estatua de Isabel II ,ni la de los mentideros...)
Como es posible que
siendo madrileña esté ahora a mis años descubriendo tantísimas cosas de Madrid
Nunca es tarde para
aprender, dicen.
Madrid es una
maravilla, estoy encantada de que meencantemadrid…
No hay comentarios:
Publicar un comentario