lunes, 25 de julio de 2016

MUSEO DE LOS CAÑOS DEL PERAL , Plaza de Isabel II y su "vida" ...21 Julio 2016

No sabía de la existencia de este museo y he tenido la suerte de conocerlo gracias a una visita guiada que empezaba en la plaza de Isabel II y terminaría en Puerta Cerrada pasando por varios puntos de interés que yo no conocía y que son muy interesantes

Museo de los Caños del Peral.

Está situado en el segundo nivel de la estación de Metro Ópera y alberga la recreación museística de la histórica fuente de los Caños del Peral, el acueducto de Amaniel y la alcantarilla del Arenal
Los restos arqueológicos de la Fuente de los Caños del Peral se descubrieron en 1991, durante las obras de mejora de la estación de metro de Ópera. Estas ruinas, junto con otras encontradas en el mismo hallazgo, pueden contemplarse en este museo subterráneo, abierto al público gratuitamente y que se encuentra en el interior de la estación de metro, a unos ocho metros de profundidad, que era la altura que antiguamente tenía este espacio.
Como nota informativa antes de entrar encuentras unos paneles







Una vez dentro te sientas en un pequeño anfiteatro y proyectan un vídeo, donde se detalla el Madrid de la época y la historia de los caños del peral
Nosotros íbamos con una guía, porque después íbamos a hacer un bonito recorrido esa mañana, pero allí había un guía que nos fue explicando lo que tienen expuesto.

La visita nos permitió así conocer la fuente que recogía el agua de manantial junto al arroyo del Arenal durante la segunda mitad del siglo XVI, y que también se la conocía como  "lavadero de los caños del Peral"
Debe su nombre  a un peral que proporcionaba sombra a la fuente.



Diseñada  por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial y discípulo de Miguel Ángel en el Vaticano.
Se construyó hacia 1565 ordenada levantar por Felipe II en el siglo XVI, en este mismo lugar, cuando no era más que un descampado próximo al viejo alcázar. A ella llegaban diversas corrientes subterráneas de agua y a su lado discurría el arroyo del Arenal.


Tenía  34 metros de largo con 6 caños, y un frente de sillares almohadillados de granito.


Junto a ella, se encontraba un acueducto denominado de Amaniel que conducía el agua hasta el Palacio Real, y que estuvieron en funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII.








La fuente abastecía a la población madrileña a través de una distribución realizada por los aguadores, uno de los gremios más importantes de la villa, organizados en aguadores de cuba, de borriquillo, de cántaros y vaso.

Funcionó hasta mediados del siglo XIX, y quedó enterrada  en 1809 al allanar los terrenos circundantes con el objeto de construir la Plaza de Oriente, el Teatro Real y la misma Plaza de Isabel II.
Estás  obras fueron realizadas por orden de José Bonaparte.  
Por una razón desconocida la fuente no se desplazó, ni quedó destruida, sino tan sólo soterrada, hasta que debido a unas obras de ampliación en la estación de metro de Opera durante finales del siglo XX y principios del XXI se descubrió de nuevo la fuente y gracias al trabajo de un equipo de arqueólogos,  hoy podemos hacernos una idea de lo que fue

Este conjunto hidráulico expuesto, confirma el legendario lema de Madrid:   "Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son…"
Que curiosamente vimos plasmado en un grafiti en la Plaza de Puerta Cerrada al terminar nuestra preciosa visita matutina




Salimos de nuevo a la plaza de Isabel II 





Donde existe un monolito que recuerda a la famosa fuente, del que sale un solo caño de agua no potable


Y en el suelo está marcado mediante una línea de bronce la posición del muro de 34m. que delimitaba la fuente, con indicación de los caños y sus respectivos pilones.



En la parte de atrás de este monolito puede leerse una inscripción
que informa a los visitantes del origen de la fuente y de su descubrimiento.
Además nos queda como "recuerdo" una calle allí mismo , con el nombre de LOS CAÑOS DEL PERAL





Como es lógico imaginar , esta Plaza  donde hoy se ubica el Teatro Real y la estatua de Isabel II  en aquella época se convirtió en un foco de reunión, como lo fueron también los mentideros

Los mentideros, eran lugares donde ricos y pobres se mezclaban ávidos de enterarse de los últimos sucesos que  ocurrían en la villa y en la corte.


Había tres mentideros en el Madrid de los Asturias:

 “Mentidero de Representantes”, en pleno barrio de los comediantes, el que ahora llamamos barrio de las Letras. 

El de " las Gradas de San Felipe", conocido como el Mentidero de la Villa, que se encontraba en la gran plataforma que tenía el convento de San Felipe El Real ,para salvar el desnivel de la esquina entre la calle Mayor y la de Esparteros.
Era lógico que las gradas de San Felipe se acabaran convirtiendo en el mentidero “de referencia”, pues estaban situadas en la calle más importante y más transitada de la ciudad y junto a la Puerta del Sol, lugar de constante entrada y salida de de personas que iban y venían a la ciudad.

En la explanada delante del Alcázar, conocida como" las Losas de Palacio", se organizaba otro. 

También en este caso resulta lógico que aquí se creara un punto de intercambio de información y rumores, pues además del Alcázar que era el lugar donde se concentraba el poder del reino muy cerca se encontraban los famosos “Caños del Peral”, donde la gente se concentraba para  lavar y coger agua todos los días


Una compañía de cómicos eligió el lugar para sus representaciones a modo de tenderete ya que en dicha plaza siempre había mucho público cogiendo agua, vendiendo, lavando etc.

Años después allí mismo se estableció el Teatro de los Caños, germen de nuestro TEATRO REAL

El origen del actual emplazamiento del Teatro Real se sitúa en 1738, bajo el reinado de Felipe V, cuando se inaugura el Real Teatro de los Caños del Peral con la puesta en escena de la ópera Demetrio 

 

En 1817, Fernando VII ordena, la remodelación de la Plaza de Oriente y el diseño y la construcción de un teatro de ópera en el mismo solar en el que se había ubicado el Real Teatro de los Caños del Peral, iniciándose la obras del Teatro Real en abril de 1818.

Curiosamente este solar tiene forma de "ataúd"

 



Las obras no acaban hasta 1850, 33 años después de su inicio. A partir del 19 de noviembre de ese año, bajo el reinado de Isabel II y durante los 75 años siguientes, el Real se convierte en uno de los principales coliseos europeos.

 



Tras la revolución de 1868 y el exilio de la reina Isabel II, el coliseo pasa a llamarse Teatro Nacional de la Ópera. En octubre de 1925, un hundimiento provoca el cierre provisional del teatro y el inicio de unas obras de reconstrucción que se prolongaran 41 años, sin lograr su reapertura. La Guerra Civil (con el estallido de un polvorín instalado dentro del edificio) y las dificultades de la posguerra obstaculizan aún más las obras.


En 1966 se abre al público como auditorio y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, pero sin duda Madrid necesitaba un teatro de ópera que se equiparara a los mejores del mundo.

Las obras de rehabilitación como teatro de ópera se inician el 2 de enero de 1991; en esta ocasión, las obras durarán casi 7 años, hasta que el 11 de

octubre de 1997 y bajo la presidencia de SSMM. los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofia, el Teatro Real, se vuelve a abrir ya como teatro de ópera con la ópera “la vida es breve” y “ El sombrero de tres picos” de Manuel de Falla.

 



                    

                         


 

 

Isabel II, reina de España entre 1833 y 1868, vivió un periodo de la historia muy convulso que concluyó con la Revolución Gloriosa que supuso su destronamiento y posterior exilio. Debido a ello Pérez Galdós la apodó “la de los tristes destinos”.

Sin embargo, es también parte de la historia que durante el tiempo que disfrutó la vida madrileña sus noches de juerga eran continuas y SU LISTA DE AMANTES NUMEROSA


En el restaurante Llardy que aún exhibe las cortinas que contemplaron a Isabel II, se guarda un recorte que da cuenta del día en que, tras una comida en uno de los salones privados con alguno de sus amigos, la reina perdió su corsé.

Sin embargo la reina en esta estatua , muestra una expresión seria, incluso severa, que contrasta con la leyenda de frivolidad que ha quedado sobre su persona.

 


Realizada en bronce por José Piquer, que representa a la reina en pie vestida con traje de corte muy adornado y escotado. En su cabeza luce una corona y en la mano derecha lleva el cetro, mientras que en la izquierda se recoge la banda que le cruza el pecho.


La estatua de Isabel II es un monumento de 2,25 metros de alto y se sitúa sobre un pedestal de forma cuadrada ,en cuyo frente se sitúa el escudo de España.  

Bajo los pies de la escultura puede leerse, tallado en negro sobre la piedra, el nombre de la reina: “ISABEL II”.

La estatua ha pasado durante su historia por diversas vicisitudes. Se inauguró en 1850 en el mismo lugar donde está ahora, pero al día siguiente apareció una pintada en el pedestal que no gustó a la reina, por lo que se mandó trasladar al vestíbulo del Teatro Real donde permaneció hasta 1878.
De aquí pasó al Palacio del Senado y en 1905, un año después de la muerte de la homenajeada, se restituyó a su lugar original en la plaza. En esta ubicación permaneció hasta que en 1931, con el advenimiento de la Segunda República, se destruyó.
En 1944 se encargó una réplica de la estatua, y es la que hoy podemos contemplar en medio de la Plaza,  para la que se tomó como modelo la de mármol que había realizado el propio Piquer para el vestíbulo de la Biblioteca Nacional
Existe otra estatua dedicada a la misma reina en los jardines del Campo del Moro, arropada entre la vegetación. Y en el Parque del Retiro, la Fuente de los Galápagos también se conoce como de Isabel II, ya que fue mandada construir en 1831 para conmemorar el primer aniversario de su nacimiento



Vista lateral del Teatro Real actual,

(Algún día no tardando, tengo que entrar  a conocerlo por dentro y si es a ver alguna representación mucho mejor…)


HE pasado montones de veces por la Plaza de Isabel II, yo la conozco por la plaza de Opera, y he de reconocer que no sabía de la existencia de este monolito o por lo menos no me había percatado (no sé si realmente la había visto alguna vez) ni que decir tiene que menos sabía de su historia, ni tampoco lo que significaban esas marcas en el suelo, (yo juraría que no estaban) y mucho menos de la existencia de un museo arqueológico subterráneo, dentro del metro ( bueno ni la historia de la estatua de Isabel II ,ni la de los mentideros...)
Como es posible que siendo madrileña esté ahora a mis años descubriendo tantísimas cosas de Madrid
Nunca es tarde para aprender, dicen.
Madrid es una maravilla, estoy encantada de que meencantemadrid…




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