Mi marido y yo no conocíamos este restaurante, donde hoy nos han
llevado unos amigos a comer
Está ubicado en el pueblo de “Mataelpino”
El restaurante se asienta sobre un gran chalet que hay que rodear para alcanzar la entrada, o bien subir con el coche al parking superior, (yo aproveche a hacer alguna foto cuando antes de los postres salí a fumar)
Y me hizo gracia el ver en los ceniceros el nombre del restaurante "grabado en la arena", que por cierto estaban sin colillas...
Debe ser que de todos los comensales solo había una fumadora, YO
Lo
primero que me sorprendió al entrar fue lo lleno que estaba, y también el gran
ventanal a lo largo de todo el salón, que te ofrecía unas vistas estupendas de
la sierra madrileña
Los camareros,
aunque parezca mentira, vestidos a la antigua usanza, con chaquetillas blancas
de esas que cada vez se ven menos, iban de la cocina a las mesas en un ritmo
vertiginoso.
Como
nosotros no habíamos estado nunca, decidimos que fueran ellos quienes eligieran
los entrantes y ya los platos principales, que cada uno se pidiera lo que
quisiera.
Comenzamos
con una ensalada fresca de ventresca y pimientos asados hechos
a la leña. De esos platos que no quieres que se acaben.
Les
siguieron unas habitas con jamón, más tradicional
imposible, muy bien resueltas
Al igual
que las alcachofas con langostinos que estaban de rechupete
Como
plato principal yo me pedí el bacalao al pil-pil, del que di buena cuenta y eso que yo
como muy muy poco, esta vez creo que me lo tome “casi entero”
Mi
marido por su parte eligió un contundente estofado de rabo de buey, que dijo
estaba exquisito.
Los demás
también comentaron lo buenos que estaban los platos que habían elegido
Y una
vez terminados los postres, mi marido le dio una nota muy alta al suyo, ya sea
porque es un gran comedor de ellos o porque en realidad le había encantado su
tarta de “chocolate”
El sitio esta fenomenal y hemos comido y bebido de
maravilla
Muy recomendable
Cocina tradicional, sin muchas florituras y con emplatados
sencillos, pero muy ricos
Hemos estado muy a gusto, como siempre, gastando bromas,
riendo, y poniéndonos al día, porque alrededor de una mesa, no solo la comida,
sino también la conversación es mucho más “rica” …
Al salir nos dijeron de ir a casa de Enrique y Marta para seguir charlando
Y allí tomando otro cafecito y unos chupitos, Enrique nos sorprendió regalándonos su tercer libro, que nos dedicó como siempre
Esta vez no es de poesía. Son cuentos infantiles, escritos expresamente para a su nieto “Jaime”
Un día muy agradable, con la bonita sorpresa de este lindo
regalo: SU TERCER LIBRO publicado
Enhorabuena , Enrique Santamera
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