El Círculo de Bellas Artes de Madrid organizó la exposición de más de 50 obras a lápiz, pastel y collage, del pintor FRANCIS BACON , con la intención de rebatir la creencia general de que “Bacon no dibujaba”
Las obras, fechadas entre 1977 y 1992, pertenecían a la
Francis Bacon Foundation.
En su día
fueron regaladas por el propio artista a su íntimo amigo (y pareja durante
años) Cristiano Lovatelli Ravarino.
Gracias a la visita guiada que hicimos con Mar, el día 3 de marzo 17, al interior del Circulo de Bellas Artes, vimos esta exposición , de un pintor completamente desconocido para mi : FRANCIS BACON
Me impacto su forma de desfigurara las caras , y por lo que nos fue contando Mar de su vida, al llegar a casa empecé a indagar un poco más sobre su vida y su obra.
Francis
Bacon nace en Dublín en 1909. Su padre procede de una familia de linaje
aristocrático. Durante su infancia, cambian de residencia varias veces, entre
otros motivos por el estallido de la I Guerra Mundial, momento en el que se
mudan a Londres.
Su
adolescencia está marcada por dos circunstancias: el asma que le acompañará
toda su vida y su homosexualidad.
En 1926,
su padre le expulsa de casa tras encontrarle probándose la ropa de su madre;
Bacon se traslada a Londres, donde vive unos meses gracias al escaso dinero que
le envía su madre. Durante esta época sobrevive realizando trabajos
ocasionales, a los que añade el dinero obtenido de encuentros sexuales con
hombres mayores y de pequeños hurtos.
En 1927,
su padre le propone acompañar a un amigo de la familia a Berlín. La capital
alemana supone un descubrimiento social, cultural y sexual para el joven
Francis, que empieza a interesarse por el cine, la pintura y la arquitectura.
Es
posible que fuera en Berlín donde ve por primera vez la película “ El Acorazado
Potemkin”, que le influenciará durante
toda su vida. De hecho, la expresión de la madre que ve cómo cae el cochecito
de su niño aparecerá de forma recurrente en su obra, pasando a formar parte de
pinturas inmortales como las inspiradas en el retrato del Papa Inocencio X de Velázquez
Más
tarde se traslada a Paris. Es entonces cuando descubre el cuadro ”La masacre de
los inocentes”
También allí
descubre a Picasso, quien hace que sus obras a partir de entonces estén a medio
camino entre el expresionismo, la abstracción y el arte figurativo.
La vida
en Londres: supervivencia y pintura
En 1928, Francis Bacon se traslada a Londres y comienza una carrera como decorador y diseñador de muebles. Su talento para ambas disciplinas es innegable, pero aun así su trabajo solo es requerido por conocidos y allegados. Durante esta época, el artista pinta y diseña alfombras; en 1930 organiza su primera exposición en Queensberry Mews, en la cual muestra sus cuadros y sus alfombras junto con obras de otros artistas.
Es
entonces cuando conoce a uno de sus primeros mecenas y amantes, Eric Hall, un
hombre casado con quien mantendrá una aventura secreta durante más de 15 años.
A pesar
del apoyo de artistas y protectores, son años difíciles para el joven artista; en
1933 se marcha a vivir con su antigua niñera, Jessie Lightfoot, con quien
compartirá distintos alojamientos a lo largo de dos décadas. Durante esos años,
Francis y Jessie sobreviven gracias a las escasas ventas de sus obras y sus
muebles, y a ocasionales estafas, hurtos y robos.
Composición, Figura.1.933.
Crucifixión. 1933.
Ese mismo año, Bacon pinta su primera obra totalmente original en blanco y negro que revela claras influencias del arte de Pablo Picasso, pero también deja ver por primera vez la personalidad única del artista. El cuadro lo compra Sir Michael Sadler; este prometedor inicio, sin embargo, se ve truncado por la dificultad para seguir vendiendo cuadros. En 1936 presenta una obra para la Exposición Internacional Surrealista de Londres, que es rechazada por no ser lo “suficientemente surreal”. El joven artista cae en una época autodestructiva (que durará aproximadamente hasta 1943) y se dedica a pintar y repintar encima de sus propios cuadros, causando su total destrucción.
Primeros
éxitos. El despegue de una carrera fulgurante
Tres
estudios para figuras en la base de una Crucifixión. 1944.
La II
Guerra Mundial estalla en Europa. Francis sigue sufriendo de asma y es
declarado no apto para el servicio. En 1943 se traslada a un apartamento, junto
con Jessie Lightfoot. Ese año empieza a pintar Tres estudios para figuras en la base de una
Crucifixión, el cuadro que supondría su descubrimiento como pintor
por parte del público especializado.
En 1944,
el lienzo fue expuesto en la Galería Lefevre y fue adquirido por Eric Hall,
quien después lo llevaría a la Tate Gallery. Son años fructíferos para el
artista, cuyo talento ha estallado y adquiere nuevas formas e intensidades. Su
ambición extrema queda patente en su obra Pintura (1946), un impresionante lienzo
lleno de sugerencias, conceptos y profundidad. La obra es adquirida por la
marchante y coleccionista Erica Brausen, y más adelante pasa a pertenecer al
MoMA de Nueva York.
Pintura. 1946.
En pleno
éxito y con dinero en el bolsillo, se traslada a Montecarlo, donde disfruta de
la vida nocturna y entabla sucesivas relaciones.
En 1949
regresa a Londres para organizar una exposición en solitario; las prisas para
crear obra hacen que desarrolle un nuevo estilo artístico, trabajando solo con
blancos, negros y grises y creando lienzos más simples, plenos de detalles
inquietantes y simbólicos.
En esa
época, el pintor comienza a trabajar sobre el reverso de los lienzos, en lugar
de pintar en la cara imprimada. El resultado le satisface: se acerca a su
carácter crudo, a sus imágenes destructivas y diseccionadoras. Bacon continuará
pintando por la cara sin imprimar durante toda su vida, hasta su fallecimiento.
En la
exposición, una pintura destaca por encima del resto de las composiciones
monocromáticas: Cabeza
VI. Se trata de una versión de la cabeza del Retrato del Papa Inocencio X,
pintado por Velázquez en 1650. En la obra, Bacon combina la cara del papa con
el gesto del grito de la mujer que aparece en El
Acorazado Potemkin, así como con la influencia de la obra de
Poussin. Al año siguiente pintará otra versión de este cuadro, Estudio según Velázquez; y
de nuevo, retomará el tema en su Estudio
del Retrato del Papa Inocencio X de 1953.
Estudio
según Velázquez. 1950.
África, la Bienal y el estudio de Reece Mews
Estudio
de figura en un paisaje. 1952.
A
principios de la década de los 50, Francis Bacon viaja a África a visitar a su
madre y a sus hermanas. Empieza a interesarse por la vida salvaje y las
impresionantes imágenes del continente, al tiempo que trabaja también en obras
cuyo tema principal es el desnudo.
Son años
duros para el pintor: rompe definitivamente con Eric Hall y Jessie, su
compañera y amiga, fallece en 1951.
Al año
siguiente comienza una relación destructiva con el luchador y piloto Peter
Lacy; cuando este se muda a Tanger, Bacon le acompaña. Durante los años
siguientes, el pintor vivirá a caballo entre Marruecos y Londres. A su agitada
vida personal le acompaña un éxito que no deja de crecer, y se ve refrendado
con su participación en el Pabellón Británico de la Bienal de Venecia
Durante
estos años expone en solitario en Nueva York y París, al tiempo que su arte se
transforma: la pincelada se hace gruesa y empastada, y los colores, más
intensos y puros.
En 1958,
Bacon firma un contrato con Marlborough Fine Art tras conseguir que la galería
cubra una deuda que el pintor tenía pendiente. Será un punto de inflexión en su
vida y su obra.
Tres
estudios para una Crucifixión. 1962.
En 1961
tiene lugar un acontecimiento crucial para Bacon. Ese año, el pintor se hace con
unas antiguas caballerizas en Reece Mews y convierte el primer piso en un
estudio que se convertirá en el lugar más importante de su vida.
Un
espacio que se llenará progresivamente de pinturas, objetos, fotografías
pegadas en las paredes, papeles y cientos de añadidos, que el pintor reflejará
repetidas veces en sus lienzos.
En 1962
pinta su primer tríptico a gran escala, Tres
estudios para una Crucifixión, que formará parte de una gran
retrospectiva que le dedicará la Tate Gallery ese mismo año.
De nuevo,
la existencia del artista se ve alterada por una nueva pareja: George Dyer, un
hombre con tendencias depresivas y con un turbio pasado a sus espaldas. A
través de las fotografías de John Deakins, que también retrató al propio Bacon,
el pintor empieza a retratar a su amante de forma compulsiva. Son años de
plenitud artística: las obras se suceden y reflejan todo tipo de estados de
ánimo, desde los más lúdicos y los más amenazantes.
En
memoria de George Dyer. 1971.
En 1968
Bacon viaja a Nueva York por primera vez en su vida para inaugurar una
exposición organizada por la Galería Marlborough. A su vuelta, la relación con
Dyer se hace cada vez más complicada: el artista huye de él y se marcha a vivir
fuera de Londres. Despechado, acusa falsamente a su ex amante de posesión
de cannabis; el artista es llevado a juicio, donde es declarado inocente.
Bacon
centra entonces todos sus esfuerzos en la exposición retrospectiva sobre su
obra, que organizará a principios de los años 70 el Grand Palais de París: un
auténtico honor para un artista vivo. Dos noches antes de la inauguración, Dyer
aparece muerto por sobredosis de alcohol y barbitúricos. Si bien Bacon parece
no sentirse afectado por su fallecimiento, algunas de sus obras posteriores,
revelarán el auténtico alcance de su duelo.
En los
años 70, el artista pasa largos períodos en París; al mismo tiempo, el MoMA de
Nueva York le dedica una muestra de sus últimas obras. En esa década Bacon
conoce a John Edwards, con quien entablará una relación de amistad que le
aportará estabilidad y sosiego.
Las
últimas décadas. Fama mundial, pasión y muerte
Tres
estudios para un retrato de John Edwards. 1984
“Seguiré
hasta que caiga”, dijo Francis Bacon en una ocasión, cuando contaba con 82 años.
Una afirmación que cumplió hasta su fallecimiento. Durante los años 80 y 90, el
artista continúa pintando y empleando nuevas técnicas, como la pintura en
spray. Las exposiciones se suceden en distintos continentes y su reconocimiento
alcanza el máximo nivel Su obra se expone en Moscú en 1988, siendo la primera
retrospectiva de un artista occidental celebrada en la Unión Soviética.
Estudio para retrato. Marzo. 1991.
La
pintura de Bacon alcanza en esos años una cualidad nueva: la calma, largamente
esquivada por el artista y que parece acompañarle en sus últimos años.
Sin
embargo, nunca renunció a la pasión: en 1987 inicia una relación con su último
amante, un joven intelectual español llamado José Capelo. En 1992 Bacon viaja a
España, contraviniendo los deseos de su médico, y fallece en Madrid de un
ataque al corazón. Sus cenizas son devueltas a Inglaterra; anteriormente, el
artista había designado a John Edwards como único heredero de todos sus
bienes. Su última obra queda inacabada y es encontrada por su hermana en
el estudio de Reece Mews: un retrato que parece combinar los rasgos del propio
artista y los de George Dyer, su pasión más profunda y destructiva.
No te deja indiferente....
El investigador argentino Mariano Akerman, dijo de él:
«Quiso retratar a seres humanos sufriendo, en violencia, retorciéndose en sus habitaciones, aislados, solos y desfigurados», . Pero quizás quiso retratarse a él mismo. «Sus óleos, aún carentes de todo realismo, son paradójicamente un fiel reflejo de la vida misma. De algún modo, el espectador se ve reflejado -Bacon potencia este reflejo cubriendo con un cristal la mayoría de sus obras-, en esos retratos de hombres modernos, convulsos y amenazados por la violencia y degradación que los rodean en un ámbito de supuesto bienestar. El arte de Bacon es inusual tanto por sus formas como por su contenido. Complejo y contradictorio. Admirable y simultáneamente preocupante, ataca por sorpresa. Trabaja directamente sobre el sistema nervioso y abre las válvulas del sentir. Resulta tan magnético como repulsivo. Es auténtico pero también inquietante. Se muestra profundo y frívolo a la vez. Atípico, quimérico, polivalente. Extremadamente sugestivo. Salvajemente humano».
No hay comentarios:
Publicar un comentario