sábado, 25 de marzo de 2017

MUSEO de HISTORIA de MADRID + VISITA GUIADA 22-3-2017 ( Planta 2ª)

 

2 Planta:  

 “El SUEÑO DE UNA CIUDAD NUEVA” 1814-1910

 

Abarca desde  la época de la Revolución Industrial hasta el estallido de la 1ª guerra Mundial 

                        Una ciudad estancada e indolente”.

El Madrid (capital) que se nos presenta a comienzos del siglo XIX es un Madrid notablemente “preindustrial”

Muere Fernando VII en 1833 y deja como heredera del Trono de España a una niña Isabel II




Será a partir de los años 40 cuando se acelere una gran transformación en la ciudad, motivado no sólo por el cambio de una monarquía absoluta a un régimen parlamentario

    

                                      “Isabel II jurando la Constitución”


Poco a poco, va despertando Madrid de su letargo. Con la nueva soberana, llega un incipiente capitalismo y el progreso. Sin embargo, su reinado no será pacifico, los liberales revolucionarios, llamados progresistas acabarán por echarla de España y tratarán de buscar una nueva dinastía ajena a los Borbones

A pesar de todo, Madrid continuaba siendo una ciudad muy parecida a la  del siglo XVIII: por un lado, cuenta con un considerable número de edificios religiosos, entre iglesias, capillas, conventos, etc, y por otro, con las varias propiedades de las grandes familias nobiliarias, como eran Liria y Alba, Medinaceli, Osuna, etc

El resto del tejido urbano estaba compuesto por edificios de pobre construcción y baja altura, y distribuidos sin orden establecido alguno en calles empinadas y carentes de pavimento o sistemas de evacuación y alcantarillado.

 

Los madrileños arreglan el mundo en los cafés que empiezan a hacer furor. Eran los lugares en los que quedar para conversar ,  llegando a ser lugares especializados según los temas de conversación de sus tertulianos: teatro, política, toros, etc.

Cuadro de caballeros en café Levante y que estaba al principio de la calle Alcalá

 

                                       "Realidad y ficción del progreso"

 

Pasado el primer tercio del siglo XIX, la sociedad madrileña, desde los aristócratas a los mendigos, esperan, que Madrid se convierta en una ciudad racional y moderna.

Será en esta época cuando se lleven a cabo algunas grandes obras, como estaciones de trenes, el Canal de Isabel II, mercados nuevos, etc.

El empuje principal vino de las desamortizaciones, puestas en marcha de nuevo a partir de 1842 durante la regencia de Espartero

Será una época en la que se toma conciencia de la necesidad existente de reinventar Madrid, de hacer una nueva ciudad,

De este modo, se ejecutaron proyectos con el objetivo de abrir las plazas, alinear al fin las calles y gestionar así los espacios públicos, además de incorporar una serie de equipamientos colectivos, en lo que se llamo “la reforma del Interior de Madrid”

    

          2 maquetas de proyectos tanto del Viaducto como de la plaza de Oriente

   



El último tercio del siglo XIX, y el reinado de Alfonso XII

 

                                                        Retrato del rey Alfonso XII


 

Una de las causas principales que favoreció que Madrid despegara económicamente, y a  la vez demográfica y urbanísticamente  fue por la mejora de las comunicaciones, especialmente la creación de una red ferroviaria. Así podría aprovechar todo el potencial que le daba al encontrarse en una privilegiada ubicación geográfica central.

El ferrocarril, sin duda fue el símbolo total del progreso ,pero también fue de gran importancia la creación en 1858 del Canal de Isabel II, que solucionaría los problemas hasta entonces permanentes de abastecimiento de agua, sustituyendo así los antiguos viajes de agua.

Por otro lado, el gas acabaría sustituyendo a las primitivas farolas de aceite, mientras que los primeros ensayos de iluminación eléctrica se darían en Madrid en 1875, año en que se iluminaron las fuentes de Cibeles y Neptuno

El proceso de cambio del gas a la electricidad terminaría en 1972, año en que se retiraría de las calles de Madrid el último farol alimentado con gas.

 

                          "Ocio y diversiones en la sociedad madrileña".


A lo largo del recorrido de esta sección, pudimos ver una buena muestra de cómo se divertían los madrileños durante el siglo XIX en diferentes momentos y lugares

Sin necesidad de salir de Madrid, el paseo era una de las actividades preferidas y más habituales de los madrileños, además de ser una de las pocas que podían disfrutar en grupo y sociabilizar. Entre los espacios más concurridos para pasear, se encontraban el Paseo del Prado, el Paseo de Recoletos o el Retiro

Una de las fiestas más destacadas y en la que participaba prácticamente toda la ciudad era el carnaval.

Se organizan fiestas, unas particulares y otras en lugares como El Real, a las que acuden los nobles y burgueses enmascarados dispuestos a disfrutar de los bailes.

Por otro lado, en los barrios populares, la gente con menos posibles hacía lo que podía para divertirse en medio de ambientes totalmente bulliciosos.

Otro de los momentos de ocio para los madrileños era el veraneo, algo que llegó a ser considerado casi una tradición para la nueva clase media que se hará construir los llamados “hotelitos” en la sierra.

En cuanto a los trabajadores, algunos también abandonaban Madrid nada más llegar el verano para pasarlo en su pueblo de origen.

En cuanto evolucionaron y mejoraron los medios de transporte, esos lugares de veraneo empezarían a ser aquellos más alejados, comenzando a irse, tanto los miembros de la Corte como los madrileños que podían permitírselo, a disfrutar del mar a los pueblos de la costa del Norte de España.

 

              Cuadro del Pabellón español de la exposición de Paris de 1878

 

Los madrileños sobre todo de la clase media-alta cada vez estaban más interesados en todo lo relacionado con obras de teatro, y con acudir al Hipódromo de la Castellana




También pudimos ver una maqueta del Teatro Real hecha alrededor del año 1835




                                Maqueta teatro Real hecha en madera


                      "Fachada del Teatro Real ,en la plaza de Isabel II”,


Asimismo, la variedad de fiestas y diversiones aumentó igualmente, gracias, en parte, a los avances tecnológicos que trajo el progreso, como por ejemplo el invento de la fotografía y la aparición del cinematógrafo a finales de siglo.

En medio de este nuevo Madrid, los talleres y los salones de moda comenzaron a instalarse en locales dotados de escaparates a la calle. Grandes tiendas y galerías, que eran unos comercios de lujo y que se ubican en la Gran Vía.

En la sala, varias vitrinas expositoras nos muestran diferentes piezas, prendas de ropa y objetos que se vendían en los comercios como abanicos, chaquetas, guantes, medias, ceñidores, pololos, polisones, mantillas, mantones de Manila, etc.






También se levanta una nueva plaza de toros en el paraje llamado Las Ventas del Espíritu Santo, la cual se inauguraría en el año 1934, sustituyendo a la de 1855

 


 

                                  "La mujer en el siglo XIX".


La vida de las mujeres socialmente de clase alta empieza con la costumbre de la visita, ya que sus casas contaban con un espacio expresamente para recibir a sus amistades, y en donde exhibían joyas, mobiliario, obras de arte etc, todo con el fin de dejar clara su posición social.

Un ejemplo de esta zona de las casa lo podemos contemplar en la actualidad, por ejemplo, en el palacio de don Enrique de Aguilera y Gamboa, hoy Museo Cerralbo, y que yo también conozco

Durante el último tercio del siglo XIX, se originó un gran debate sobre el derecho de la mujer a la educación; esto conllevó que se llevaran a cabo distintas iniciativas que repercutieron en una notable mejora en la formación y en el acceso (aunque minoritario aún) de la mujer a la enseñanza secundaria y universitaria

Pero las mujeres trabajadoras, formaban parte de las clases menos favorecidas, quienes, además del trabajo doméstico, desempeñaban otras tareas remuneradas fuera del hogar.

Ejemplo de ello son las lavanderas, cocineras, planchadoras, modistas, niñeras, amas de cría, etc.

Algunas mujeres se dedicaban al pequeño comercio por medio de tiendas, mercados y puestos callejeras, como las castañeras

Todo ello llegó a convertirse en una forma más de entablar relaciones sociales, con el mero hecho de ir a la compra

Sin embargo, hasta finales del siglo XIX no comenzará a verse su presencia en algunos talleres y fábricas, como la del tabaco, y quienes, además, tendrían un papel muy destacado dentro del movimiento obrero de la época.

Los avances en lo que a la formación de mujeres se refiere harán que, ya bien entrado el siglo XX, se incorporen al mercado laboral también las de clase media, que desempeñarán su trabajo en fábricas, talleres y, sobre todo, en oficinas. 


                                            “El Madrid industrioso".


Madrid no llegaría a ser considerada una ciudad industrial hasta bien entrado el siglo XX , debido a la actitud conservadora de la burguesía madrileña del siglo XIX en lo que a inversiones se refiere

También se notaría un auge en otras industrias, por un lado, la atracción hacia la circulación rodada y por otro lado, por la presencia las fábricas de la moneda, de papel continuo o de artes gráficas, entre otras; y por último, la continua demanda de productos por el alto crecimiento poblacional

Vinculados a esas nuevas industrias, hay numerosas muestras en esta misma vitrina: una cámara fotográfica de fuelle de 1890, matrices de fotograbados de alrededor del año 1900, distintas cajas de metal que en su día guardaron diferentes alimentos (café El Cafeto, dulce de frutas La Esmeralda, de una destilería de licores), otra de “Chocolates y dulces Matías López” de hacia 1910, una variedad de piezas de perfumería y cosmética, una lámpara de gas, etc.

    

 












Una gran vitrina nos ofrece todo tipo de muestras de la producción madrileña de la época: cerámica, vidrio, metales, vajillas, cuadros y fotos de establecimientos industriales, azulejos, artes gráficas, cajas de metal, productos de la industria cosmética y farmacéutica, gas y electricidad.



 

 

Antes de irnos, vimos un busto de Alfonso XIII realizado en mármol blanco en el año 1902 por el escultor Mariano Benlliure.

 



 Y también un ómnibus, en este caso un faetón una vagoneta tipo break de entre 1800 y 1900


 

Y es que los nuevos transportes, como el ferrocarril o el tranvía, y ya a comienzos del siglo XX los vehículos a motor de explosión, no consiguieron dejar de lado por completo los carruajes tradicionales, como éste tirados por caballos


    

Estos vehículos de tracción animal comenzaron a entrar en declive a raíz de la electrificación de las líneas del tranvía, en el año 1898, y cuando se inauguró el primer servicio de taxis, en 1909.

 

Salimos encantados de todo lo que habíamos visto y de todas las explicaciones que nos fue dando Mar, durante la visita a este Museo, que fue declarado Monumento Nacional en 1919

Pero todavía nos quedaba una sorpresa que estaba a espaldas del museo

La FUENTE DE LA FAMA, en los "jardines de Ribera"

Construida con piedra blanca de Colmenar y granito

Diseñada por Pedro Ribera, el maestro cantero fue Pedro de la Piedra y el escultor, Juan Bautista



Se trata de una mujer con alas que sopla una especie de trompeta y debajo de ella una compleja trama de delfines, ángeles adornos y chorros de agua.

Se construyo en 1717, bajo el reinado de Felipe IV y fue colocada en la plazoleta de Antón Martin

Tuvo un coste total de 80.127 reales, de los que 6.000 pertenecían a la Fama y 3.840, a los niños mancebos

El día de su inauguración apareció colgado un cartel en el que se podía leer: 

“Deo volente, rege survente et populo contribuente”, es decir “Dios lo quiso, el rey lo sugirió y el pueblo pagó”.

Tras su inauguración, la fuente continuó suministrando agua a los madrileños a la vez que asistía como testigo impasible a los acontecimientos que a su alrededor se sucedían ,hasta 1879 que fue 1879, desmontada y guardada, por su deterioro.

En 1907 tras su reconstrucción fue colocada en el parque del Oeste y durante la Guerra Civil, para evitar su posible destrucción, fue desmontada y guardada en un depósito municipal, desde donde es trasladada hasta su actual emplazamiento en 1941.

Toda la fuente es una alegoría de la abundancia y riqueza que produce el agua, representada ésta por los delfines o por los cestos de flores de las hornacinas, con los que se alude a la fecundidad de la agricultura, la cual es imposible sin este líquido elemento. El mar queda representado por las veneras, mientras que los niños simbolizan el futuro, el cual puede ser improbable si no disponemos de agua.

Un placer como siempre el poder hacer este tipo de visitas guiadas...

 


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