lunes, 24 de enero de 2022

RESTAURANTE CALSOT, en Hoyo de Manzanares. (23 enero 2022)


Cuantas ganas teníamos de probar “los calsot”, y por unas cosas u otras no lo habíamos hecho.

El otro día al pasar por delante del restaurante CALSOT, que hay en Hoyo de Manzanares, en Avda. de la Paloma, nos dio por ir a preguntar si había que reservar.

Nos dijeron que sí, y no lo pensamos, reservamos una mesa para el siguiente domingo (23 de enero), pero a falta de concretar el número de comensales (nosotros 2, fijo)

Yo quería comerlos con más gente porque pensaba sería mucho más divertido, y al final fuimos 5 a probarlos

El calsot es de la familia de la cebolla, pero por su forma se parece más a un puerro y son típicos de un pueblo cataran llamado Valls.

La temporada comienza a mediados de octubre y finaliza a principios de mayo.

Los calçots se cocinan sobre el fuego y se sirven en una teja y envueltos en papel de periódico. Son feos y están negros y calcinados, pero cuando consigues pelarlos y bañarlos en la salsa romesco, descubres su delicado sabor 


        


         


Son una delicia. Por lo menos a mi me gustaron

No teníamos ni idea de cómo se hacía para pelarlos, pero intentamos seguir los pasos de como lo hacían los de las mesas de al lado…

Mancharte las manos te las manchas, y si no tienes cuidado también la camisa, al gotearte la salsa…(a nosotros no nos dieron babero)

Pero entre risas y alguna que otra mancha, pasamos un rato muy bueno.

Toda una experiencia nueva...


                     


                    


Nosotros pedimos : 2 raciones de colsot con salsa romesco y embutidos catalanes, como la butifarra blanca y negra y un combinado de carnes a la brasa, que llevaba conejo, pollo y chuletas de cordero 



 


También probamos los caracoles a la llauna, que van adobados con sal, ajo y perejil , y hechos también a la brasa

 


    


Rematamos con crema catalana y todo ello con vino catalán

 

Salimos…bueno no vamos a decir que desilusionados, porque no sería verdad, pero lo cierto es que lo que realmente vale la pena es la experiencia de probar los famosos “calsot” y por supuesto las risas que tuvimos durante la comida, porque no teníamos ni idea de cómo se comían.

Por una vez, no está mal la experiencia “ catalana”

 

 

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